Por:
Humberto Olmos Martínez.
Descripción:
En Valencia, España, se celebra una fiesta popular análoga a las
tradicionales parrandas del centro de Cuba. El presente texto se ocupa de
esbozar las peculiaridades de esta celebración.
Las fallas[1]
se celebran del 15 al 19 de marzo de cada año, en algunas ciudades y pueblos de
la Comunidad Valenciana (España), principalmente en Valencia y Alcira. También se celebran en el resto de España, como en la
ciudad de Palma
de Mallorca y Huelva. Asimismo, se organizan en la ciudad argentina de Mar
del Plata, receptora de miles de
inmigrantes valencianos. Tienen su origen en las hogueras paganas en homenaje al
dios Saturno. Posteriormente, se comienzan a celebrar en honor a San José,
patrón de los carpinteros, y además se efectúan para festejar la llegada de la
primavera.
En vísperas de la
Guerra Civil, las fallas constituían ya la fiesta máxima de la ciudad y se
habían extendido a buena parte de las comarcas centrales del territorio
valenciano.
La denominación de fallas
corresponde a las construcciones artísticas de materiales combustibles en su
conjunto, que representan figuras conocidas como ninots[2].
A lo largo de la historia los materiales han ido evolucionando, pero
tradicionalmente estos ninots eran de papel, cartón y madera.
Actualmente, las figuras más voluminosas se hacen de corcho
blanco, ya que permiten formas
más ligeras y de mayor tamaño.
Estos ninots
se asemejan a lo que se conoce dentro de las parrandas como trabajos de plaza.
Ambos alcanzan una considerable altura y son construidos en las calles y plazas
de cada localidad. Una característica que diferencia a unos y otros es la
finalidad que se le da a estas obras. En el caso de los ninots, estos
terminan quemándose, y en los trabajos de plaza no ocurre lo mismo, sino que se
emplea la electricidad para resaltar su confección.
Una de las
principales características comunes a ambas fiestas es su eminente carácter
popular. Son organizadas por los vecinos de las comarcas y financiadas con las
colectas que ellos realizan; cada barrio tiene su propia comisión organizadora,
su colectivo de dirección, sus diseñadores, y todo el proceso se lleva a efecto
con la iniciativa de los pobladores sin la participación de los órganos de
gobierno. Ambas se han convertido, con el tiempo, en componentes de la
identidad de los vecinos del pueblo o comarca.
En Valencia se extendió esta tradición en otros aspectos, se utiliza el nombre de fallas
para la denominación genérica de la festividad,
así como a la agrupación de vecinos que constituyen la comisión fallera, cuyos integrantes son
conocidos como falleros y falleras. Cada comisión fallera planta una falla (un
monumento) que entra en el concurso. Los artistas y artesanos denominados
maestros falleros (Mestres fallers), escultores, pintores y otros muchos
profesionales, se dedican durante meses a construir monumentos que las
diferentes comisiones evalúan.
Casi en cada calle de la ciudad hay
una casa de Fallas, lugar de reunión de las comisiones falleras, que durante
todo el ejercicio buscan fuentes de ingreso para poder pagar la fiesta y su
propio monumento. Además, normalmente cada comisión consta también de una
comisión infantil, formada únicamente por niños, que también planta su propia
falla. Las fallas infantiles miden, como máximo, 3 metros de diámetro y están
compuestas por figuras de estética más próxima al mundo de los niños y
generalmente no muestran temas críticos.
Como complemento a los letreros,
algunas comisiones editan el libreto en el que se explica mediante versos
satíricos el contenido de la falla. Este elemento resulta muy parecido a las
leyendas de cada una de las carrozas parranderas, que tienen la misma
funcionalidad que el libreto, solo que en ellas se cuenta la historia que
abordará cada carroza.
Durante las fiestas falleras el
Ayuntamiento programa un Castillo de Fuegos artificiales cada noche, que se
dispara, dependiendo del día, entre la 1:00 y la 1:30 en la zona de la Alameda
junto al antiguo cauce del río Turia. El más importante y espectacular de los
castillos es el conocido como La Noche del Fuego, que se dispara la noche del
18 al 19 de marzo, donde miles de kilogramos de pólvora iluminan el cielo de
Valencia, ante la presencia de más de un millón de personas. La utilización de los
fuegos artificiales es otro rasgo que asemeja estas fiestas a las parrandas.
La Crida (o, en castellano, La Llamada) se celebra el
último domingo del mes de febrero y es el acto en el que la Fallera Mayor de
la ciudad reúne en las puertas de la misma, las Torres de Serranos, a todas las comisiones
falleras y realiza una llamada a la iniciación de los festejos. En un
principio, se realizaba durante el día 18, pero debido al gran número de
comisiones se amplió a dos días, adelantándose esta al día anterior. En este
acto la alcaldesa o el alcalde de Valencia le entregan las llaves de la ciudad
a la Fallera Mayor y dan por comenzadas las fallas.
Una de las actividades que da inicio a Las Fallas, es que cada fallero ofrece
un ramo de flores con el que se confecciona un espectacular tapiz que a modo de manto, cubre el cuerpo de la
Virgen, cuya estructura de madera permite ir entrelazando los ramos para formar
impresionantes diseños. Esto, sumado a los 14 metros de altura de la Virgen,
dota a la ofrenda de una gran vistosidad. La Fallera Mayor de Valencia, después
de haber presidido la ofrenda de flores, clausurará el acto y será la última en
desfilar ante la Virgen.
Como ceremonia religiosa, la ofrenda
tiene su origen inicial durante la dictadura franquista en el siglo XX, de esta
forma se convirtió en un elemento nuevo dentro de Las Fallas, por otra parte,
este régimen trató de alejar esta festividad valenciana de sus raíces
populares, pero no logro tal efecto. Para entender la naturaleza (o las raíces)
de la Ofrenda, tal como se le conoce en la actualidad, se recuerda un hecho
ocurrido a mediados del siglo XIX donde unas pocas comisiones falleras, por
voluntad propia, entraron a la Basílica para ofrecer flores a la imagen de la
Patrona. Suceso que sirvió de base a lo que se conoce en nuestros días como la
ofrenda a la Virgen.
Sin duda alguna, estas fiestas de
corte popular en Valencia tienen gran similitud con las parrandas, pues en
Remedios, donde se celebran el día 24 de diciembre, se abren las puertas de la
Iglesia Mayor a las 12 de la noche, para de esa forma festejar el nacimiento
del niño Jesús. En Zulueta, por otra parte, sus parrandas son dedicadas a la
Virgen de la Caridad, patrona del poblado, y en Camajuaní se celebran sus
fiestas el 19 de marzo, día de San José, patrón de esa ciudad.
La Cabalgata del Fuego es una
cabalgata que anuncia la llegada del fuego que quemará las fallas. Antiguamente
era el acto en que, tras retirar los ninots de la falla, estos se llevaban en cabalgata hasta el
Museo Fallero. Estas Cabalgatas de reciente instauración –año 2005– son una
propuesta de la Delegación de Promoción Exterior
de Junta Central Fallera y de
la Asociación de Estudios Falleros (ADEF) para recuperar la tradición festiva
valenciana, que data de los años treinta del siglo xx, y que rescata la costumbre de que las comparsas de
diablos y carrozas del dios Plutón enciendan las Fallas. Por ello se realiza el
día 19 de marzo por la tarde, a partir de las 19:00 horas, a lo largo de la
Calle Colón y hasta la Porta de la Mar, como preludio a la cremà de las fallas.
La cremà es el acto de clausura de las fiestas. Consiste en la
quema de los monumentos falleros plantados en las calles de Valencia, el día 19
de marzo. El acto viene precedido por un castillo de fuegos artificiales,
encendido por la Fallera
Mayor y el Presidente de la
Comisión. En primer lugar, en torno a las 10:00 de la noche, se procede a la
quema del monumento infantil, salvo la falla ganadora del primer premio de la
sección especial, que se quema a las 10:30. Posteriormente, se quema el
monumento principal a las 12:00 de la noche y a las 12:30 se procede a la quema
del primer premio de la sección especial de esta categoría. Por último, a la
1:00 de la madrugada se quema el monumento
fallero de la plaza del
Ayuntamiento, que está fuera de concurso, ya que la pagan los valencianos con
los impuestos (el dinero de la falla no suele ser más elevado de 300.000 €)
Como se puede apreciar, estas
fiestas realizadas fuera de nuestro país, específicamente en la región de
Valencia, España, tienen cierto parecido a las parrandas, pues, como ellas,
adquirieron un carácter religioso hasta ganar en popularidad y convertirse en
la fiesta principal de los valencianos. Se caracteriza por la rivalidad, en
este caso, de grupos falleros que rivalizan a propósito de las esculturas y por
la utilización de constantes fuegos artificiales que hacen de las noches
falleras un espectáculo sin igual. Esta competencia también se da en las
parrandas entre los barrios.
Para los valencianos es primordial
la lucha por la conservación de esta tradición, pues tiene como a su principal
protagonista al pueblo de Valencia. Sus objetivos, pues, se parecen muchísimo a
los que persiguen todos los pueblos que realizan las parrandas
en la zona central de Cuba. Los valencianos, al igual que los parranderos,
tratan de preservar esta tradición popular en sus distintas localidades, pese a
la difícil situación económica internacional que vive el mundo en los tiempos
actuales.
[1] La palabra falla proviene del la palabra latina fácula (antorcha). Este
término se utilizaba tanto para las antorchas que iluminaban las tiendas de
campaña como para las que se utilizaban con el objetivo de alumbrar una fiesta.
Más adelante, se hace referencia a este término para referirse a las hogueras y
luminarias que se encendían en vísperas de fiestas extraordinarias y
patronales.
[2]Un ninots (del Catalán muñeco) es una figura con
representación humana, siendo los ninots los precursores de las actuales
Fallas. Confeccionadas con material combustible que generalmente ocupan la base
de Las Fallas y Hogueras de San Juan. Con carácter crítico o burlesco, aparecen
en los monumentos falleros o foguerers, arden en las noches del 19 de marzo y
24 de junio respectivamente.
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